jueves, 10 de febrero de 2011

Desdoblamientos...

Noticias desde la zona centro de la ciudad... Entérese!!
Sucedió hace poco más de quince años la primera vez que la vi. Era linda, superficialmente linda, con una frescura tan impetuosa como la primera lluvia de mayo y tan febril como la primera mordida a una fruta nunca antes vista. Era la página nunca escrita pero siempre deseada desde antes de su concepción; el beso siempre soñado y nunca recibido. El sabor no inventado, el aroma de la noche de primavera. Ella era todo eso que una siempre anhela ser, encontrar, besar, amar y... odiar.
Así fue desde siempre, desde el primer sueño amoroso en que me decía tiernamente despierta y pasionalmente despierta le susurraba al oído duerme. Eramos dos al anochecer, tres al amanecer, una en el cenit. Siempre juntas, en tremenda contienda una contra la otra, una sobre la otra, revueltas sin necesidad de saber en donde terminaba mi cabello y en donde comenzaba su ser. Ahí me veo tumbada boca bajo con la duda naciente entre mis muslos, con la intranquilidad del ave de llegar al nido y sentir el inminente rapto de su cría.
Siempre ella, siempre yo, siempre ambas escribiéndonos, glosándonos, devorándonos,deglutiendo cada palabra no dicha a ningún otro. Día tras día, sucumbo entonces a la necesidad de suspender por un tiempo indefinido la búsqueda de la nada, la partida fortuita o el intercambio por alguna otra que desee estar a tiempo conmigo. Sin embargo me he enterado en cartas, que ella ha escapado, viaja por lugares que no conozco, a los que nunca hemos soñado viajar. Dá vertigo, pero también una enorme felicidad, saber que la han visto, colgada de otra chica, paseando felizmente por las calles de Santiago, compartiendo su sonrisa, nuestra sonrisa con los labios de Tania o puede que Estefania, no sé.
Ahora sólo me queda esperarle, ser paciente y seguir deseando que un día ella me encuentre de nuevo caminando por las calles del barrio, comiendo un raspado de grosella o cualquier cosa fría pero dulce y mirándome como lo hace cuando me nombra para existir.

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