domingo, 16 de enero de 2011

Todo salió mal...

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Todo salió mal desde que una tarde de verano sin saber cómo, sin tener la mínima idea de saber qué hacer con el resto de mis días, una estampida de seres informes, pueriles e imberbes, decidieron mi destino. Todo salió mal desde que un enano vicioso decidió que él era el elegido. Poca cosa puedo hacer, me digo mientras estoy lidiando con las miles de preguntas que me subyugan cotidianamente...

Es bien sabido que al inicio del año en la mente de cualquier mortal de ésta época, se dibuja primero difusa y luego certeramente, la silueta de un abánico de dudas que desembocan en crisis. Ahora ya crecida, las crisis son mi agua y mi sal; crisis de identidad, crisis vocacional, crisis emocional. CRISIS: es el puente que cruza de avenida confusión, a calle melancolía // Sinónimo del tiempo vital euniciano. A mis veintitantos años, una esperaría, como hace veinte años infantilmente aún se creía, que con el paso del tiempo, cesaría esa molestia en el pecho que siento cada fin de quincena. Que con la llegada de la pareja, con un trabajo semiestable, además de los enseres que vienen en el paquete madurez pequeña burguesía, podrían hacerme sentir plena, quizá feliz, lo que quiera que eso signifique.
Yo no sé que clase de idiota puede sentirse bien en las circunstancias en que nos encontramos. No sé que clase de ser inmundo, falto de conciencia, de ética, incluso de sensibilidad, puede pensar que uno puede estar bien en un estado de excepción. La vida ya no da para esperar nada; apenas y los minutos en que le doy tragos a mi cerveza, en mis conversaciones con Caguamita y Cubaraimo, en los alientos que el primero me arrebata, siento que estoy viva, que la vida fluye y luego... ¡BANK! Tiros, violaciones, sangre, miseria, miasma y una falta de humanidad que te hace sentir no querer más pertenecer a esta especie biológica, ni siquiera existir.
Todo salió mal la noche en que por un par de horas, creí que las cosas iban en otra dirección y luego sin saber porque, desperté con la muerte anunciada de los cuerpos, de las mentes y sentires de toda una generación, que hace más de un siglo, no sabe cómo dar cuentas de lo mal que salió todo.

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