lunes, 21 de mayo de 2012

Amor que se mide en calles...

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Parece increíble que durante más de ocho años me he dedicado a hablar sobre la ciudad. Cuando dimensiono lo que he hecho en sus múltiples espacios e intesticios, evidentemente no me parece tan arriesgado pronunciar para ella un amor tan desafiante como el que se le ofrece a un o una amante que en el fondo, se sabe su pérdida. La única primicia que tengo es que de ella no podré zafarme nunca... mejor así.
En ella he pasado mis grandes gozos, en sus avenidas disfruté de la compañia paterna relatándome sus historias sobre su infancia. Sobre las vitrinas de sus dulcerías experimenté el noble deleite de llevarme a la boca la primera pepitoria, tan dulce como la que relata Gonzalo Celorio en su novela,  Y retiemble en sus centros  la tierra. Al interior de sus cantinas he dejado mis vociferantes carcajadas y también mis memorias con sal de tristeza que escarchan  una bola oscura y fría. En los espejos de sus hoteles contemplé los primeros planos de la penumbra amorosa, por sus almacenes se ha deslizado mi hálito capitalista, incluso lumpenburgués y en sus librerias aprendí la condición del verdadero amor al compartir con mi padre los primeros rasgos del deseo de ser escritora. Una experiencia en general quizá alejada de mi generación; puede que en mi memoria existan más lugares e imágenes, pero lo cierto es que son las únicas que edifican una conexión fuerte en mi tránsito vital.
No podría ser de otra forma. Y aunque en mis textos un recubrimiento negro envuelve el deseo constante de quererla poseer, entiendo que debo ejercer la educación sentimental que he obtenido desde mi adolescencia de Patti Smith, déjala libre, si regresa, es tuya. Es cuando pienso que cargo en el cuerpo, en mis residuos, en mis letras, la dádiva del amor que siempre está en falta, esa misma que me hace extrapolar mi deseo, mis fantasías hasta materializarlas en lo único que me pertenece, aunque sea por un breve tiempo, mi escritura.

1 comentario:

  1. Eunice o Fabiola o las dos o quien esté disponible:

    Te encontré porque estaba buscando algo de esta ciudad en donde ahora vivo y que resulta ser donde también habitas tú.
    Esta mañana de sábado calurosa me ha alegrado localizar a alguien que muestra un gran interés por lo que le compete a ella, la ciudad, donde estamos metidas porque aquí cupimos y si no, nos hicimos lugar.
    Hacer lugar es algo muy bonito, porque implica saber dónde estás y cómo quieres que sea, y trabajar en ello. No es inmediato.
    Lo mismo pasa afuera (de mi departamento, por ejemplo), ya en las banquetas y calles y edificios.

    Yo regresé hace algunos meses de vivir por un año en Londres y allá me dejé llevar por los ritmos de sus calles -entonces desconocidas para mí- para intervenirlas (como si se tratara de un acto quirúrgico) y verlas de otro modo, o que las vieran así. Estudié una Maestría en Performance Practices and Research y vivía entre algoritmos y modos de 'hacer ciudad'.

    Estoy haciendo un trabajo que tiene todo que ver con los ritmos citadinos y personales, y no estaría de más invitarte a hacer algún recorrido en ello.

    Te dejo mi correo, por si te interesa: cec.fcalderon@gmail.com

    Me llamo Cecilia, pero lo que soy cambia con el clima.

    xx

    PD: ¿Has leído "Causas y razones de las islas desiertas" de Gilles Deleuze? Mencionaste en algún momento a ciertas islas y me recordaste a esas, desiertas. Es un texto rompepelotas.

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