martes, 14 de diciembre de 2010

De como los tres nos volvimos niños y luego nos dimos cuenta que la botella estaba vacía...

Noticias desde la zona centro de la ciudad... Entérese!!

El año va cerrando, afuera todo tiene un matiz grisáceo, se ve algo nebuloso, no puedo ni siquiera distinguir más allá de 15 m. En unas cuantas horas iré a la universidad y hablaré sobre las proyecciones de esta ciudad. En unas tres semanas entregaré la versión final de mi tesis. En unos cuatro meses obtendré el grado de maestra, en tiempos de la UNAM, en seis. Y así se va cerrando con la mirada fijada en las imágenes del futuro, porque este tiempo ya no alcanza para nada, apenas para sentarse, ponerse el cinturón de seguridad, sonreir difusamente y si te quedan cinco minutos, pensar el lo que pudo ser, pero ya no fue.

De entre esas cosas, pienso en el hecho de que en algún momento volvimos a ser niños y luego ya no sé como regresé a la densidad de mi cuerpo. Tuvimos un par de mascotas, de esas que no puedes tener por varias razones que no expondré aquí, pero que seguro se imaginarán que entre ellas esta la parte legal. El sueño de todo niño, de todo adulto, un par de seres de esos que te atrapan, de esos que te persiguen en sueños desde tu más remota infancia.
Una buena tarde el Cubaraimo llegó con Cronopio y Fama... estaban pálidos, húmedos y misteriosa, bella y gélidamente horripilantes, dos ángeles, dos dragones. Nunca medimos en realidad, la dimensión de las cosas, fuimos niños de nuevo, por dos semanas decrecimos tanto, que llegamos a creer que cabríamos en la pecera. Nos dimos cuenta que la receta de Cortázar estaba mal redactada, como buen Cronopio, Julio era tramposito, muy canchero y no contó bien la historia.
La verdad es que uno no se convierte en ellos, te quedas de repente flotando junto a ellos, eso si que es cierto; te haces pequeño, pequeñito y vuelves a ser ese perverso informe que fuiste alguna vez, dejas de tener sexo, te vuelves un poquito andrógino y un poquito fugaz... el problema no fue tanto darnos cuenta de lo pequeños que nos volvimos por 15 días, sino de lo rápido que tuvimos que madurar, o por lo menos de crecer corporalmente, cuando ambos se convirtieron en seres alados y elevándose nos dejaron solos, mojados en agua salada y nuevamente viejos, inmersos en una ciudad que te llega a comer de forma certera, lentamente sin oportunidad de retorno.
Al final, Caguamita como siempre, destapó su Victoria, yo retorné a mi restirador y mi torrecita de libros y Cubaraimo, Cubaraimo se quedó un rato flotando con ellos.

1 comentario:

  1. Saludos maja! Leo que eres una criatura bohemia de ojos brillantes! Recibe un abrazo cosmico y buena suerte!

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