Noticias desde la zona centro de la ciudad... Entérese!!
Todo salió mal desde que una tarde de verano sin saber cómo, sin tener la mínima idea de saber qué hacer con el resto de mis días, una estampida de seres informes, pueriles e imberbes, decidieron mi destino. Todo salió mal desde que un enano vicioso decidió que él era el elegido. Poca cosa puedo hacer, me digo mientras estoy lidiando con las miles de preguntas que me subyugan cotidianamente...
Es bien sabido que al inicio del año en la mente de cualquier mortal de ésta época, se dibuja primero difusa y luego certeramente, la silueta de un abánico de dudas que desembocan en crisis. Ahora ya crecida, las crisis son mi agua y mi sal; crisis de identidad, crisis vocacional, crisis emocional. CRISIS: es el puente que cruza de avenida confusión, a calle melancolía // Sinónimo del tiempo vital euniciano. A mis veintitantos años, una esperaría, como hace veinte años infantilmente aún se creía, que con el paso del tiempo, cesaría esa molestia en el pecho que siento cada fin de quincena. Que con la llegada de la pareja, con un trabajo semiestable, además de los enseres que vienen en el paquete madurez pequeña burguesía, podrían hacerme sentir plena, quizá feliz, lo que quiera que eso signifique.
Yo no sé que clase de idiota puede sentirse bien en las circunstancias en que nos encontramos. No sé que clase de ser inmundo, falto de conciencia, de ética, incluso de sensibilidad, puede pensar que uno puede estar bien en un estado de excepción. La vida ya no da para esperar nada; apenas y los minutos en que le doy tragos a mi cerveza, en mis conversaciones con Caguamita y Cubaraimo, en los alientos que el primero me arrebata, siento que estoy viva, que la vida fluye y luego... ¡BANK! Tiros, violaciones, sangre, miseria, miasma y una falta de humanidad que te hace sentir no querer más pertenecer a esta especie biológica, ni siquiera existir.
Todo salió mal la noche en que por un par de horas, creí que las cosas iban en otra dirección y luego sin saber porque, desperté con la muerte anunciada de los cuerpos, de las mentes y sentires de toda una generación, que hace más de un siglo, no sabe cómo dar cuentas de lo mal que salió todo.
Artefacto creado para desplazar todo aquello que no tendría ninguna otra oportunidad de ser compartido.
domingo, 16 de enero de 2011
viernes, 7 de enero de 2011
De cómo exorcizar miedos...
Noticias desde la zona centro de la ciudad... Entérese!!
Normalmente los días 6 de enero me parecen un tanto tediosos. Son como esos momentos que te sientes sitiado y no sabes como comportarte, cualquier movimiento en falso puede costarte, desde llantos infantiles, hasta las críticas de que eres un témpano, para finalmente llegar al consabido adjetivo de amargada...
Vivir en el corazón del d.fectuoso tiene la particularidad de exorcizar los miedos. Desde los más ocultos, como caminar entre indigentes a las 2 de la mañana, pasando por el miedo a los temblores, la agorafobia o los ruidos extraños de la noche, los cuales se traducen en mentadas de madre, gritos de trasvestís; borrachos reclamando el ser sacados de los tugurios, entre otros que después se convierten en el canto de ballenas para dormir, es decir, sin ellos no puedes pegar los ojos.
Sin embargo, dado el contacto cuasi obligatorio que tienes con la gente, nadie se salva de rozones con extraños en las calles, cruces, metros y plazas, me he dado cuenta que el secreto es que al final todo se integra a tu cotidiano. Eso me pasó con la fiesta de los Reyes Magos.
Desde hace más de una semana, miles de duendes con coronitas de papel dorado, hadas con brillantes tiaras llevando en sus pequeñas manos globos y grandes algodones de azúcar habían estado pasando por mi acera. Incluso más de una vez, un duende o hada me embarró de azul azúcar mi chamarra o brazo; son muy raras las substancias que las hadas y elfos segregan en estado de felicidad.
En fin, las dos primeras noches estaba tan asustada que no deseaba salir de mi departamento; eran rios de ellos los que corrían a lo largo de la calle. Sin embargo al cabo de tres días, me daba curiosidad ver lo que hacían, en que idioma se comunicaban y sobre todo el lugar al que se dirigían. Dicen que eran miles, otros centenas, no sé, sólo me percate que iban y venían a una especie de santuario expuesto y dispuesto sobre Eje Central, motivo por el cual, también en mi calle alaridos de claxóns se escuchaban desde las 6 hasta las 11 de la noche.
Ayer finalmente pasamos por el santuario, por miedo a convertirnos, -no creemos en los conversos- exclamábamos a coro Caguamita, Cubaraimo y yo, husmeamos sólo un poco. Luces de colores, olores dulces, dicen que a los duendes y hadas les fascinan, globos, coronas, juegos de diversas formas y mares de reyes, reinas, hasdas y duendes, aquello era inverosímil, dado que vivo en un lugar en donde cuenta la leyenda patria, que la realeza nunca existió...
Lo más emocionante de todo, fue un juego en donde los pequeños seres se introducían en unas grandes pelotas, éstas eran infladas para luego ponerse a rodar en una albercucha de agua, sucia. Era fascinante verlos desplazarse a través de esos planetas transparentes que iban sobre el miasma, pero los de adentro quedaban intactos. Me dije sin pensarlo, deseo estar ahí, el problema es que dadas mis dimeNsiones no fue posible. Una pena, en verdad me parecía lo suficientemente etéreo para experimentarlo.
Creo que al final, mi miedo a esos Reyes Magos fue desapareciendo en la comisura de mi boca, que según Cubaraimo, levemente dibujaba una sonrisa.
Normalmente los días 6 de enero me parecen un tanto tediosos. Son como esos momentos que te sientes sitiado y no sabes como comportarte, cualquier movimiento en falso puede costarte, desde llantos infantiles, hasta las críticas de que eres un témpano, para finalmente llegar al consabido adjetivo de amargada...
Vivir en el corazón del d.fectuoso tiene la particularidad de exorcizar los miedos. Desde los más ocultos, como caminar entre indigentes a las 2 de la mañana, pasando por el miedo a los temblores, la agorafobia o los ruidos extraños de la noche, los cuales se traducen en mentadas de madre, gritos de trasvestís; borrachos reclamando el ser sacados de los tugurios, entre otros que después se convierten en el canto de ballenas para dormir, es decir, sin ellos no puedes pegar los ojos.
Sin embargo, dado el contacto cuasi obligatorio que tienes con la gente, nadie se salva de rozones con extraños en las calles, cruces, metros y plazas, me he dado cuenta que el secreto es que al final todo se integra a tu cotidiano. Eso me pasó con la fiesta de los Reyes Magos.
Desde hace más de una semana, miles de duendes con coronitas de papel dorado, hadas con brillantes tiaras llevando en sus pequeñas manos globos y grandes algodones de azúcar habían estado pasando por mi acera. Incluso más de una vez, un duende o hada me embarró de azul azúcar mi chamarra o brazo; son muy raras las substancias que las hadas y elfos segregan en estado de felicidad.
En fin, las dos primeras noches estaba tan asustada que no deseaba salir de mi departamento; eran rios de ellos los que corrían a lo largo de la calle. Sin embargo al cabo de tres días, me daba curiosidad ver lo que hacían, en que idioma se comunicaban y sobre todo el lugar al que se dirigían. Dicen que eran miles, otros centenas, no sé, sólo me percate que iban y venían a una especie de santuario expuesto y dispuesto sobre Eje Central, motivo por el cual, también en mi calle alaridos de claxóns se escuchaban desde las 6 hasta las 11 de la noche.
Ayer finalmente pasamos por el santuario, por miedo a convertirnos, -no creemos en los conversos- exclamábamos a coro Caguamita, Cubaraimo y yo, husmeamos sólo un poco. Luces de colores, olores dulces, dicen que a los duendes y hadas les fascinan, globos, coronas, juegos de diversas formas y mares de reyes, reinas, hasdas y duendes, aquello era inverosímil, dado que vivo en un lugar en donde cuenta la leyenda patria, que la realeza nunca existió...
Lo más emocionante de todo, fue un juego en donde los pequeños seres se introducían en unas grandes pelotas, éstas eran infladas para luego ponerse a rodar en una albercucha de agua, sucia. Era fascinante verlos desplazarse a través de esos planetas transparentes que iban sobre el miasma, pero los de adentro quedaban intactos. Me dije sin pensarlo, deseo estar ahí, el problema es que dadas mis dimeNsiones no fue posible. Una pena, en verdad me parecía lo suficientemente etéreo para experimentarlo.
Creo que al final, mi miedo a esos Reyes Magos fue desapareciendo en la comisura de mi boca, que según Cubaraimo, levemente dibujaba una sonrisa.
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